La fórmula de conciertos entre amigos, de cerca, otorga un plus al encanto que pueda tener cualquier actuación, por mucho que algunas, de por sí, resulten fascinantes. En Kali Panoa procuramos compartir lo que nos conmueve, lo que nos divierte, lo que nos hace crecer ; y ése es el resorte que consigue que la gente se ponga en pie como saludo, cariño y respeto a los artistas, porque sabemos distinguir bien dónde está el talento, el buen hacer.

Os dijimos que anhelábamos la presencia de Begoña Olavide, y fuimos felices al tenerla con nosotros, junto a ese pedazo de artista que ya sabemos que es Javier Bergia.
Pues fueron mucho más allá de lo que esperábamos. Volvió a ser una noche para guardar con mimo en el recuerdo y evocar una y otra vez.
Un recital de poemas musicados por ellos dos, su último disco: "Cantando a los poetas de un tiempo a esta parte". Desde Francisco de Quevedo a Miguel Hernández con aires caribeños, pasando por Antonio Machado o Carmen Martín Gaite. También alguno de cosecha propia que, lejos de desmerecer, entraba en el repertorio como una seda. Hermosura de letras, de música y de interpretación. Un verdadero disfrute para los sentidos, una muestra de arte limpio, de arte para enamorar.

Hubo otro protagonista en ese escenario que construimos con una alfombra: un salterio, un instrumento medieval construido por el luthier Carlos Paniagua, compañero de Begoña, presente también en el concierto.
Begoña nos explicó que el salterio es un instrumento muy misterioso, fascinante. No quedaba un solo ejemplar original cuando se propusieron trabajar en él, ni siquiera en museos, y había que reconstruirlo a partir de códices o esculturas.

Además, volvió a ejercer de maestro de ceremonias ese mago tan personal que es Luis Boyano y que, ya lo anunciamos, estará con nosotros, en un encuentro sólo para él, el 8 de noviembre.
Delirante, de verdad, así se fueron yendo todos los amigos y amigas que acertaron a venir: henchidos de una sonrisa de satisfacción tras una tarde noche donde la emoción, el aprendizaje, el respeto, las lágrimas y las risas se conjugaron perfectamente.
Gracias a los artistas, a quienes curraron antes, durante y después. Gracias a tanta gente amiga que hace posible cada encuentro de cerca. Gracias a Daniel Claudín, por sacar un rato para que sus fotografías nos agiten el recuerdo.
Además, volvió a ejercer de maestro de ceremonias ese mago tan personal que es Luis Boyano y que, ya lo anunciamos, estará con nosotros, en un encuentro sólo para él, el 8 de noviembre.
Delirante, de verdad, así se fueron yendo todos los amigos y amigas que acertaron a venir: henchidos de una sonrisa de satisfacción tras una tarde noche donde la emoción, el aprendizaje, el respeto, las lágrimas y las risas se conjugaron perfectamente.
Gracias a los artistas, a quienes curraron antes, durante y después. Gracias a tanta gente amiga que hace posible cada encuentro de cerca. Gracias a Daniel Claudín, por sacar un rato para que sus fotografías nos agiten el recuerdo.