Alfaya, el cronista.
Nos gusta saberle como “el abuelo cantarín” porque desde que se planta ahí delante, en la alfombra que hace las veces de escenario, esplende cariño. Pero a José María Alfaya no se le puede identificar con un jubileta bonachón que pasa el rato haciendo canciones, aunque se ría de todo pelele gubernamental, o similar.
Alfaya tiene un largo recorrido de canciones, de compromiso y de indomable humanidad. Y pronto se convierte en un torrente de ironía que apabulla con dardos milimétricamente bien dirigidos contra aquellos que son la burla y el escarnio de un sistema corrupto y abyecto.
Nos gusta saberle como “el abuelo cantarín” porque desde que se planta ahí delante, en la alfombra que hace las veces de escenario, esplende cariño. Pero a José María Alfaya no se le puede identificar con un jubileta bonachón que pasa el rato haciendo canciones, aunque se ría de todo pelele gubernamental, o similar.
Alfaya tiene un largo recorrido de canciones, de compromiso y de indomable humanidad. Y pronto se convierte en un torrente de ironía que apabulla con dardos milimétricamente bien dirigidos contra aquellos que son la burla y el escarnio de un sistema corrupto y abyecto.
Las canciones de Alfaya nos cuentan a su manera, divertida, directa, a trallazos de genio, el mundo en el que vivimos, la sociedad que nos ha tocado denunciar. Alfaya es un cronista ácido, es un artista lúcido que nos dibuja el momento actual, sumándose así a la descripción que ya nos hiciera de otros muchos momentos pudiendo, en un recorrido apresurado por todas sus canciones, conocer la historia contemporánea, sobre todo en sus aspectos más recalcitrantes y sórdidos.
Y mientras, a nosotros, enfrente, no nos da la tregua suficiente como para descolgar la sonrisa que se nos ha quedado clavada desde el principio, salvo para, de cuando en cuando, lanzar una carcajada.
¡Qué divertido es el juego que practica, con lo serio de los asuntos que aborda!, ¡y qué feliz es el resultado! Sólo porque Alfaya es capaz de transformar ese asco por algunos tipos y algunas políticas en manantial saltarín y juguetón, en esa cosa que tanta falta nos hace para llevar mejor el trance, que es el humor.
No todo fueron temas propios, José María nos ofreció letras de Guillermo Alonso del Real, José Ramón Catalán, Javier Martín Gaitero...y nos introdujo con mimo, mezclando poemas ligeros con otros más "hacia adentro" en el mundo de "ellas" las indomables poetas: Carilda Oliver, Julia de Burgos, Etnairis Rivera, Paca Aguirre, Soledad Cruz, María Angeles Fernández Jordán, Isabel Escudero...
¡Grande, nuestro abuelo cantarín!
El otro día, el sábado 9, en La Zahara, además, estuvo presentado por quien queremos que sea nuestro mago de cabecera, Luis Boyano, que al final, en medio del picoteo al que estamos acostumbrados en estos conciertos entre amigos, nos hizo otra demostración de que la magia existe, de que los sueños son posibles.
Fotografías de Rafaél Arroyo.