Eliseo Parra es música. Le conocí en los primeros años 80 en Madrid, ya tenía una importante trayectoria en grupos de rock barceloneses, acompañando artistas como María del Mar Bonet, Gato Pérez o Sisa, también participando en orquestas como la Sardineta o la Platería.
Trabajaba entonces con Julia León y otros artistas, y montando lo que iba a ser Mosaico. Luego, desde Elígeme, tuvimos ocasión de colaborar en muchas aventuras. Siempre le tenía con toda la disposición del mundo. “Eliseo, le decía, se acerca el Carnaval”, y ya no le tenía que explicar más, organizaba Franklyn y los Pararrayos. Cuando durante un verano convertimos la Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes en un cabaret, él montó La Orquestina Minerva. Por ejemplo.
Una vez abandoné la noche y el mundo del espectáculo, iba sabiendo de los éxitos crecientes de Eliseo, ya convertido en Eliseo Parra. De sus discos, de sus investigaciones, de sus enseñanzas. Eliseo es, con toda seguridad, una de las personas que más sabe de folklore español y, sin duda, el mejor artista con el que cuenta nuestros escenarios. Él ha reinterpretado todos los aires de la rica geografía folklórica del país, o de los países que conforman este estado.
Como ha dicho Fernando Neira: “Cuenta Eliseo Parra que pasó de enamorarse de Paul McCartney a profesar la mayor de las simpatías por Agapito Marazuela, el gran dulzainero de Segovia. El universo musical en el que ahora se maneja el cantante vallisoletano constituye, en efecto, una revelación deslumbrante para cuantos pensaron que el folclor peninsular era cosa rancia, vetusta y anodina.”
Porque él es música, es ritmo, también humanidad. Un artista completo, y un ser humano de una sensibilidad especial. Es un grande del arte y de la vida.
El querido Eliseo Parra va a estar con nosotros el 26 de agosto, y no sabemos qué repertorio va a hacer, si por azar le va a acompañar alguno de sus músicos. Pero nos da igual, es un regalo enorme tenerlo en el concierto privado con el que vamos a cerrar el verano. Celebrando, además, el cumpleaños de Chus Aparicio, el alma de Kali Panoa. Y nos da igual lo que haga porque cualquier intervención de Eliseo, son verdaderas lecciones magistrales de buen hacer.
Víctor Claudín
Trabajaba entonces con Julia León y otros artistas, y montando lo que iba a ser Mosaico. Luego, desde Elígeme, tuvimos ocasión de colaborar en muchas aventuras. Siempre le tenía con toda la disposición del mundo. “Eliseo, le decía, se acerca el Carnaval”, y ya no le tenía que explicar más, organizaba Franklyn y los Pararrayos. Cuando durante un verano convertimos la Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes en un cabaret, él montó La Orquestina Minerva. Por ejemplo.
Una vez abandoné la noche y el mundo del espectáculo, iba sabiendo de los éxitos crecientes de Eliseo, ya convertido en Eliseo Parra. De sus discos, de sus investigaciones, de sus enseñanzas. Eliseo es, con toda seguridad, una de las personas que más sabe de folklore español y, sin duda, el mejor artista con el que cuenta nuestros escenarios. Él ha reinterpretado todos los aires de la rica geografía folklórica del país, o de los países que conforman este estado.
Como ha dicho Fernando Neira: “Cuenta Eliseo Parra que pasó de enamorarse de Paul McCartney a profesar la mayor de las simpatías por Agapito Marazuela, el gran dulzainero de Segovia. El universo musical en el que ahora se maneja el cantante vallisoletano constituye, en efecto, una revelación deslumbrante para cuantos pensaron que el folclor peninsular era cosa rancia, vetusta y anodina.”
Porque él es música, es ritmo, también humanidad. Un artista completo, y un ser humano de una sensibilidad especial. Es un grande del arte y de la vida.
El querido Eliseo Parra va a estar con nosotros el 26 de agosto, y no sabemos qué repertorio va a hacer, si por azar le va a acompañar alguno de sus músicos. Pero nos da igual, es un regalo enorme tenerlo en el concierto privado con el que vamos a cerrar el verano. Celebrando, además, el cumpleaños de Chus Aparicio, el alma de Kali Panoa. Y nos da igual lo que haga porque cualquier intervención de Eliseo, son verdaderas lecciones magistrales de buen hacer.
Víctor Claudín