PEPÍN TRE: HUMOR SIN GPS.
El pasado sábado 10 de noviembre, Pepín Tre visita por segunda vez el escenario de Kali Panoa, muy bien acompañado de Belén de Benito, con quien ejecuta a lo largo del espectáculo un puñado de buenas canciones de factura más que notable. Pepín Tre vuelve a embarcarnos en ese humor suyo que parodia a la propia razón humana. Hoy, creo, más sobrevalorada que nunca.
Nos presenta a un personaje pertrechado de una pose de erudición tan poco convincente, armado con unos argumentos de rigor científico tan dudosos, que solo podemos, como público, someternos al suspense de conocer en qué momento se desmoronará la tensión narrativa como unas torres gemelas.
Y está tan cerca de suceder en distintos momentos del show, que nos obliga a ponernos del lado de su frágil personaje; para protegerle de todos los charcos y callejones sin salida donde se va metiendo con la resolución de un Kamikaze y la aparente inocencia de un niño pequeño.
No solo nos tronchamos de risa con sus sketches de autoayuda improbable, con sus excesos de prosodia y oratoria penosamente erudita, con su elocuencia al servicio del absurdo, con esa forma narrativa de “tirarse a la piscina sin conocer su profundidad” a la manera que tenían los humoristas clásicos del cine mudo. También es un cómico que transita por el monólogo sin recurrir a estereotipos y con la mínima red de seguridad.
-¡Sabemos que vas sin GPS, Pepín! Pero te seguiremos hasta el final, precisamente por eso...
Javier Batanero.
Nos presenta a un personaje pertrechado de una pose de erudición tan poco convincente, armado con unos argumentos de rigor científico tan dudosos, que solo podemos, como público, someternos al suspense de conocer en qué momento se desmoronará la tensión narrativa como unas torres gemelas.
Y está tan cerca de suceder en distintos momentos del show, que nos obliga a ponernos del lado de su frágil personaje; para protegerle de todos los charcos y callejones sin salida donde se va metiendo con la resolución de un Kamikaze y la aparente inocencia de un niño pequeño.
No solo nos tronchamos de risa con sus sketches de autoayuda improbable, con sus excesos de prosodia y oratoria penosamente erudita, con su elocuencia al servicio del absurdo, con esa forma narrativa de “tirarse a la piscina sin conocer su profundidad” a la manera que tenían los humoristas clásicos del cine mudo. También es un cómico que transita por el monólogo sin recurrir a estereotipos y con la mínima red de seguridad.
-¡Sabemos que vas sin GPS, Pepín! Pero te seguiremos hasta el final, precisamente por eso...
Javier Batanero.
Todas las imágenes de esta página han sido realizadas por Rafael Arroyo