Luis Boyano ya ha estado en la Zahara antes, a Luis le conocemos de cerca en Kali Panoa. Pero es tal lo que se disfruta con su espectáculo, riéndote siempre a mandíbula batiente, que no vamos a cansarnos de tenerle, lo prometido por él es deuda para nosotros: de cuando en cuando vendrá con su maletín de sueños.

Es un trilero que juega en su cubilete con lo que conocemos, pero que vemos que se nos escapa para ya no estar, y volver, y otra vez no está… hasta que nos deja idiotizados porque la razón no sirve, ni la atención. Sólo vale la emoción ingenua del que ha perdido todas las ataduras.
Gran mago de cerca, de la ilusión más ciega. Ése es Luis Boyano.
Pero también llega con otro condimento más: su encanto personal, más allá del perfil que le relaciona con la estirpe de David Copperfield. Un atractivo que se refleja en cómo monta el show, en la comunicación con el público. Ahí es igualmente genial.
Luis Boyano divierte divirtiéndose, y vuelve a jugar, enredando nuestros sentidos, confundiéndonos hasta la burla. Así es como nos enamora.
Luis Boyano divierte divirtiéndose, y vuelve a jugar, enredando nuestros sentidos, confundiéndonos hasta la burla. Así es como nos enamora.
FOTOGRAFÍA: Elizabeth Depta