Terapia, la risa de principio a fin.
El resumen de “Terapia” podría ser que no todo es lo que parece. Bueno, también hay otro resumen, que se trata de una hora y cuarto en la que el espectador no para de reír.
Lo que vivimos en La Zahara, organizado por Kali Panoa, fue una “jartá” de carcajadas imparables. Que es, exactamente, lo que habíamos prometido a nuestros amigos.
Habíamos visto a la pareja de actores, Charlie Levi y Pablo Tercero, precisamente en la que se puede considerar segunda entrega de lo que podría ser una brillante serie: (o fórmula para desentenderse por un rato de la actualidad, del tiempo convulso en que vivimos) “Terapia2”.

Pero el hilo, en el fondo, es una reflexión sobre los límites de la cordura y cómo hay que entender la locura. Hasta el punto del desenlace donde todo lo anterior se hace real, evidente, y al mismo tiempo imposible.
Surrealismo, absurdo, comicidad.
Charlie Levi Leroy es un gran hombre de teatro, lo demuestra su trayectoria diversa, de calidad asegurada, desde el humor sin concesiones de sus “terapias”, a su tierno y reflexivo “Último viaje”, por sólo hablar de lo actual. Y Pablo Tercero, un actor en toda la dimensión de la profesión.
Ambos, de verdad, nos hicieron pasarlo en grande, puede que también pensar con alguna frase, desde luego que con la situación, también con la pérdida de identidad sobre la que gira el diálogo, desquiciante y desquiciado por lo general.
Pero el hilo, en el fondo, es una reflexión sobre los límites de la cordura y cómo hay que entender la locura. Hasta el punto del desenlace donde todo lo anterior se hace real, evidente, y al mismo tiempo imposible.
Surrealismo, absurdo, comicidad.
Charlie Levi Leroy es un gran hombre de teatro, lo demuestra su trayectoria diversa, de calidad asegurada, desde el humor sin concesiones de sus “terapias”, a su tierno y reflexivo “Último viaje”, por sólo hablar de lo actual. Y Pablo Tercero, un actor en toda la dimensión de la profesión.
Ambos, de verdad, nos hicieron pasarlo en grande, puede que también pensar con alguna frase, desde luego que con la situación, también con la pérdida de identidad sobre la que gira el diálogo, desquiciante y desquiciado por lo general.

La obra, escrita por Martín Giner y dirigida por Charlie, transcurre en la consulta de un psicoanalista, a quien escuchamos consultando con un colega de profesión los trasiegos de este con su mujer y la no aceptación de la muerte por parte de su esposa. Entonces llega un paciente con su invisible madre y sus conflictos; y comienza el delirio.
Delante de nosotros tuvimos dos enormes profesionales, pero igualmente mucha complicidad, juego permanente, humor delirante.
Fue una tarde en que muchos amigos terminaron usando pañuelos, y esa vez no fue porque se les escapara una lágrima de emoción, fue, sencillamente, porque no pararon de reír.
Gracias, Charlie y Pablo, por ofrecernos teatro tan de cerca, por el ánimo ligero y la sonrisa impagable con la que, después de la representación, compartimos otro rato de charla y buena compañía.