Tan de cerca, que Aute volvió a robarnos el corazón.

Víctor Claudín presentó a Luis Eduardo Aute como un artista que no se ha casado con nadie a lo largo de su vida, polifacético, que ha creado un universo propio, único, y como una persona entrañable. Todo un lujo y un regalo para los asistentes a un cumpleaños muy especial.
Mayor regalo aún el de este amigo de la asociación recién nacida, que se puso en el escenario de un espacio que calificó de “jardín de las delicias”, cuando acababa de sufrir un traspiés en la persona de su querida compañera.
Primero presentó uno de sus trabajos cinematográficos, realizado en 1999 en la técnica que ha manejado ya en tres ocasiones y que consiste en dar vida a dibujos a lápiz. animaLdos: metAMORfosis aMORTAL. El cambio como esencia de la vida, la unidad que se establece entre vida y muerte, siempre el sexo pero también los mensajes políticos, tal vez absurdos, incluso crueles, lúcidos, sin dejar títere con cabeza, que seguramente es su característica general más reconocible. Un trabajo duro, valiente, que Aute precisó que traía sin saber que el ambiente era el de una exquisita cena como la que se había servido previamente al espectáculo, por lo que se disculpó ante la seriedad de lo que se iba a ver. Pero no hacía falta la advertencia, la proyección se siguió con absoluta atención, en un silencio casi sagrado, establecido en la colaboración del respeto y la admiración.

En un espacio que deslumbraba por la magia erigida entre todos y con Aute, la suya, siguió oficiando de médium entre su obra creativa y el público entregado, convertido luego en rapsoda que recitó un buen puñado de sus poemigas, incluidos en esa belleza de libro, verdadera obra de arte, que es AnimaLhada, editado magníficamente por Siruela. Lectura interpretada que provocó la risa continua, la reflexión irónica, el asombro ante el fantástico manoseo radical de palabras, sus provocaciones ateas, o auteas, y de nuevo, como siempre, el sexo, la muerte… eternamente la videncia, el ver más allá que los demás, su desparpajo vital e irreverente.
No era un concierto, así se había anunciado, pero alguien dejó una guitarra, mala por cierto, sobre el suelo del escenario, y él la terminó agarrando para cerrar con el broche de oro de tres de sus canciones más hermosas: Las cuatro y diez, Anda y De alguna manera. Aute a pecho descubierto, Aute con esa guitarra y con una voz emocionante que sigue siendo la del Aute más grande.
Kali Panoa quiso desapatar el momento posterior con dos reliquias visuales, la aportación de Aute en el primer aniversario de la sala Elígeme, el 1 de noviembre de 1986, y el video que produjo Elígeme Discos con el tema de Moncho Alpuente Todos por el humo, que reclamaba el respeto también a los fumadores, realizado por aquellas lejanas fechas con la colaboración de muchos amigos artistas, entre ellos Aute.
Gracias Luis Eduardo, por tu generosidad en un momento duro. Gracias a ti, querido Aute y también a toda la gente que ha hecho que esa noche entre amigos merezca la pena guardarse en la memoria. Esto, en un tiempo en que procuramos olvidar el día anterior para acometer el siguiente, es un privilegio.
No era un concierto, así se había anunciado, pero alguien dejó una guitarra, mala por cierto, sobre el suelo del escenario, y él la terminó agarrando para cerrar con el broche de oro de tres de sus canciones más hermosas: Las cuatro y diez, Anda y De alguna manera. Aute a pecho descubierto, Aute con esa guitarra y con una voz emocionante que sigue siendo la del Aute más grande.
Kali Panoa quiso desapatar el momento posterior con dos reliquias visuales, la aportación de Aute en el primer aniversario de la sala Elígeme, el 1 de noviembre de 1986, y el video que produjo Elígeme Discos con el tema de Moncho Alpuente Todos por el humo, que reclamaba el respeto también a los fumadores, realizado por aquellas lejanas fechas con la colaboración de muchos amigos artistas, entre ellos Aute.
Gracias Luis Eduardo, por tu generosidad en un momento duro. Gracias a ti, querido Aute y también a toda la gente que ha hecho que esa noche entre amigos merezca la pena guardarse en la memoria. Esto, en un tiempo en que procuramos olvidar el día anterior para acometer el siguiente, es un privilegio.
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Y todo esto fue posible tras días de trabajo ilusionado e intenso de nuestro “equipo habitual”: Neno, Marisa, Silvia, Merche, Víctor y Chus.
Mención especial a Daniel Claudín y Elizabeth Depta, que además de currar en la preparación, llevaron la parte técnica y la fotografía sin que se les escapara detalle.
A Joaquín Puch, que trepó a las alturas de los pinos una y otra vez para que el escenario se vistiera de barco velero. A Elo Lindosa, que casi se pierde el comienzo por apoyarnos con el cátering. A Julia Barbadillo, siempre cercana y dispuesta a ayudar en todos los sentidos. A los amigos y vecinos que colaboraron de una u otra manera.
Y a Diego Aparicio, que con su sonrisa y energía llega siempre en el momento justo para echar una mano, poner orden y darnos marcha.
Mención especial a Daniel Claudín y Elizabeth Depta, que además de currar en la preparación, llevaron la parte técnica y la fotografía sin que se les escapara detalle.
A Joaquín Puch, que trepó a las alturas de los pinos una y otra vez para que el escenario se vistiera de barco velero. A Elo Lindosa, que casi se pierde el comienzo por apoyarnos con el cátering. A Julia Barbadillo, siempre cercana y dispuesta a ayudar en todos los sentidos. A los amigos y vecinos que colaboraron de una u otra manera.
Y a Diego Aparicio, que con su sonrisa y energía llega siempre en el momento justo para echar una mano, poner orden y darnos marcha.