
Durante más de 40 años, Pablo Guerrero se ha dedicado a la artesanía de hacer canciones, a cuidar las palabras, a grabar discos como un alquimista musical.
Alejado de tópicos, ha ido desgranando una obra trabajada minuciosamente, esa personal música poética que ha publicado tranquilamente, con parsimonia, alternándola con las ediciones de sus libros de poemas en una de las carreras más largas y profundas de la música española.
Cuidador del verbo, preciosista en su trabajo, declara no haber hecho un disco que no quisiera hacer.
Tal vez por esto, y muy a su pesar, generalmente es considerado un autor para intelectuales y progresistas. "El malditismo me horroriza. No escribo para minorías, sino para todo aquel que quiera escucharme, con independencia de generaciones, ideologías o clases sociales".

La música de este país sería imposible, o al menos muy distinta y a peor, de no contar con la genialidad de Luis Mendo.
Junto a otro imprescindible, su "alter ego", Bernardo Fuster, conforman el grupo "Suburbano".
Su capacidad creativa y ese aparente don de la ubicuidad, casi rayan lo imposible: Temas, discos, bandas sonoras y actuaciones propias con peso específico. Son, además, ejes centrales de lo que no siempre se ve en primer plano.
Compañía casi permanente y factores básicos del éxito de autores como Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina, Ana Belén, el propio Pablo Guerrero...
"La puerta de Alcalá", "Arde París", "París-Tombuctú" ó "Makinavaja" entre muchas otras... y canciones para series de televisión como "La mujer de tu vida", o "Chicas de hoy en día". Canciones que han sido coreadas por todo el mundo sin saber que eran ellos los autores.