Neverland nos sorprendió gratamente.
Como nos habían anunciado, Alfonso, Nacho, Bobby y Cris hicieron realidad lo de que “me apetece no pensar sin que el pensamiento me lo impida, me apetece que no amanezca en las noches de mis sueños favoritos”. Porque nos envolvieron con una música mágica. Sobre todo tierna, además de amable.
Sí, baladas que nos remitieron a lo esencial y que nos recordó que seguimos vivos, disfrutando de lo que eso significa: poder tenerlo todo.
Cantaban en inglés (hándicap para los que no conocemos el idioma), pero eso no constituyó una barrera para gozar de todo (incluida la voz), además de contar con algunas explicaciones muy pedagógicas de Cris, demostrando su ocupación central: la enseñanza.
Grupo conjuntado, cada instrumento en su lugar, con su aporte especial. Y cierto aire celta en muchas de las melodías o, para ser más certeros, con resonancias del folk inglés. O de cualquier sitio donde la música es tradición y poesía. Arte.
Lo disfrutamos como se merecía la tarde, disfrutamos la música y la compañía de cada una de las personas que compartieron el encuentro.
Fue una gratísima sorpresa. Gracias por haberos subido a nuestro escenario.